Por Sayli
Sosa Barceló
Martes,
28 de agosto de 2012
Tomado
del “Invasor” periódico de Ciego de Ávila, Cuba
• Uno de
cada cuatro cubanos tiene un familiar residiendo en otro país de forma temporal
o definitiva. Cada año al menos 35 000 habitantes de esta Isla dejan detrás una
vida para comenzar otra
El Doctor
en Ciencias Antonio Aja Díaz, profesor titular y director del Centro de
Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana, estuvo en Ciego de Ávila
en junio pasado apenas unas horas, poquísimas, para nuestro gusto, pero
suficientes para "acorralarlo" con interrogantes que gravitan y
condicionan la realidad cubana de ahora mismo.
Conversamos
sobre un tema serio como quien cuenta la historia de su vida. Hablamos de los
por qué y cómo de un proceso natural en el desarrollo humano: la emigración, y
que, sin embargo, en el imaginario del cubano representan un punto de
inflexión, un parteaguas que nos coloca nuevas (otras) etiquetas: los que se
van y los que se quedan.
Sentada
frente al profesor Aja estaba yo haciendo mil preguntas y a la vez tratando de
recordar todas las referencias que desde la literatura, el teatro, el cine, la
música nos llegan a diario si de salir o quedarse en la Isla se trata. Me
acordé de Titón y Desnoes, con su Sergio que no se quiere ir, a pesar de que no
sabe qué sucederá en un país que acababa de reinventarse. Luego Carlos Varela
me dice que no es el fin, que la política no cabe en la azucarera y que pronto
estará de vuelta en casa. Y Alexis Díaz-Pimienta me monta en una balsa con
Enildo Niebla y me lanza al mar persiguiendo no sé qué sueños y una mujer.
Después Fernando Pérez con Suite Habana y la familia dividida, acá un
médico-payaso y en la otra orilla su hermano, un hombre en busca de su proyecto
familiar.
También
llegan de un tirón las historias reales de mis vecinos, los amigos de la
escuela, de la gente que uno quiere, no importa las distancias.
Todo eso
y más está en la base de datos del cubano, en su código binario, o genético, o
de barras. Con todo eso andamos por la vida, como Lucas y Lucía, los enanos de
Carlos Varela, buscando un lugar en el mundo. Al final, no queda otro remedio
que aceptar que esta Isla tiene muchas, demasiadas orillas.
—¿Por qué
los cubanos vivimos con tanta intensidad la emigración?
—En
primer orden la migración, ya desde los años '60, que coincide con el triunfo
de la Revolución cubana, se convierte en un problema global y Cuba no estuvo
exenta de eso.
"El
nuestro es un país con saldo negativo, en materia de emigración, desde la
tercera década del siglo pasado y tiene una historia de emigración, que cambia
en 1959, porque se potencia mucho más. En el componente identitario de la
nación cubana, de la identidad cultural en particular, estaba presente este tema.
Pensemos rápidamente en los principales exponentes de la cultura cubana y
tendremos que reconocer que siempre han creado, porque han vivido, además, una
gran parte de sus vidas fuera de Cuba, como emigrados y una parte como
exiliados.
"Las
principales luchas políticas de Cuba en su historia están ligadas a la
migración a favor del desarrollo, o en contra del desarrollo después del
triunfo de la Revolución. De manera que si la migración y la emigración son
componentes consustanciales del desarrollo humano, también lo son del devenir
de nuestra nación. Ese es un primer elemento que no podemos perder de vista.
"En
segundo lugar porque el tema de la emigración tiene siempre dos lecturas. Por
un lado, cuando lo analizamos en el escenario global, geográfico, de un país o
una región. En el área de América Latina, Cuba no es de los que más aporta,
pero tampoco la de menores cifras. Y tiene una lectura al interior del país de
donde surge la emigración. Por tanto, en un contexto universal o regional Cuba
se reconoce como una nación de emigración sin altos índices y tasas, comparados
con otros, en particular con el área del Caribe, pues los países de esta zona
aportan altas cifras, mas tienen pocos habitantes. En este sentido, nuestra
isla tiene 11 millones 200 000 habitantes, de los cuales casi un 11 por ciento
está en la emigración. Es decir, que la lectura al interior de la sociedad
cubana sí tiene relevancia.
"Y
un tercer elemento está relacionado con el hecho de que pocos países tienen en
su principal receptor de emigración, su principal antagonista político y
económico, en este caso Estados Unidos. Gran parte de los emigrados cubanos
viven en esa nación y continúan emigrando hacia allá.
"Este
es un punto muy particular porque lo que normalmente sucede es que los países
que tienen saldos migratorios negativos como Cuba, hallan en los países
receptores un complemento, con acuerdos, relaciones, y ese no es el caso
nuestro, es por eso que este proceso es objeto de politización e
ideologización."
—¿Cree
que el discurso oficial cubano, al dejar en un segundo o tercer plano, o,
incluso, no tratar el tema migratorio, y por ende también los medios de
comunicación, han contribuido a que se viva la emigración de una forma
particular?
—Es que
lo hemos vivido, en los últimos 55 años y el discurso oficial ha tenido que
reflejar ese proceso con un alto nivel de politización. Antes del triunfo de la
Revolución eso no sucedía y había más de 150 000 cubanos asentados de forma
permanente, más otra cifra que iba y venía. Después de 1959 la migración se
convierte en un elemento del diferendo bilateral de Estados Unidos contra Cuba.
Y Estados Unidos la utiliza, la presiona. Entonces el discurso político ha
tenido que responder a esa coyuntura, es decir, la emigración que sale desde el
año '59 es la genuina opositora al proyecto social cubano y es utilizada en su
contra, y ha tratado de retornar al estatus anterior.
"A
partir de ahí ha existido un nivel de politización muy alto que ha tenido un
reflejo en los medios de comunicación, no solo por el hecho en sí de la
emigración, sino por las agresiones en las cuales una de las protagonistas ha
sido la emigración. Se ha ido armando un entramado de relación con los medios y
el discurso político que ha estado presente en todo el proceso.
"Lo
que sucede es que esta historia, que ha tenido varios momentos, comienza a
modificarse a partir de 1980, después del Mariel. En primer lugar porque los
protagonistas de la emigración cambian y la tendencia apunta a múltiples
causas, como no lo era en las primeras oleadas. Pensemos por ejemplo, en la
reacción de la sociedad civil y del discurso oficial ante Mariel 1980 y La
Habana, agosto de 1994.
"Esto
debería condicionar una proyección de los medios diferente, porque uno de cada
cuatro cubanos tiene un familiar en el exterior, que está emigrado definitivo o
emigrado temporal, o vive fuera 11 meses y 29 días para retornar. Esa es una
realidad de la sociedad cubana y los medios deberían asumir una posición más
objetiva del fenómeno. A eso hay que añadir que hoy todos los países que emiten
emigración (aclaremos que no tienen la politización que existe en Cuba ni el
diferendo con el vecino norteño) tratan de capitalizar este proceso en función
de los intereses nacionales. Cuba lo ha comenzado a hacer.
"Capitalizar
quiere decir el retorno de parte de esa emigración. Capitalizar significa que
la remesa tiene un peso importante en las economías nacionales de esos países.
En nuestro caso es difícil determinar la cifra, el potencial, porque una parte no
viene por el circuito, digamos, formal, y por eso se complejiza.
"Después
de la década del '90 se ha flexibilizado la política migratoria cubana, un
proceso que ha implicado una mayor presencia de los criollos que están fuera de
la Isla. Esto tiene un componente diferenciador al interior de la sociedad
cubana. Por ejemplo, en el sector de la Cultura, es imposible no reconocer que
una parte de ese acervo se construye en el exterior. Soslayar esa cultura por
el simple hecho de que se gesta en la emigración, cuando no es exilio, es
sencillamente un error. Un error que se paga caro.
"En
otros sectores no es igual. Claro, el proyecto social cubano es integrador,
conlleva un compromiso social y los cubanos de casi tres generaciones nos hemos
desarrollado en él, entonces el tema de la emigración se convierte en un asunto
disfuncional, contradictorio con ese compromiso. Muchas veces queremos
evaluarlo por igual cuando realmente no lo es."
—Hace un
momento usted decía que Cuba no es, en el área, uno de los mayores emisores,
pero tampoco de los menores. ¿Cuál es la situación migratoria actual de nuestro
país?
—Se ha
mantenido una tendencia en estos años a perder población. Anualmente, según el
Anuario Estadístico que edita la ONEi, la Isla pierde entre 35 000 y 37 000
personas, los jóvenes, como en el resto
del mundo. Hay un proceso de feminización que también aquí tiene su expresión,
aunque la mayoría siguen siendo hombres, pero es de destacar el hecho de que
están saliendo muchas más mujeres que en otros momentos después de 1959.
"Estos
son dos componentes esenciales. El tercero tiene que ver con la estructura
social creada por la Revolución cubana y que aporta una emigración con un nivel
de instrucción y educación entre medio y superior, lo cual hace que el cubano
sea un migrante particular, que se inserta con mayor rapidez y facilidad en
cualquier sociedad.
"A
eso hay que añadirle el factor de atracción que son las redes sociales creadas.
El que Cuba tenga, no solo en Estados Unidos, sino en otras partes del mundo,
asentamientos de determinadas características, grupos a los que no les ha ido
mal, constituye una atracción.
"Te
digo, además, que el tema está en ver cada vez más como algo normal, lo que es
normal en materia de emigración: su circularidad, el ir y venir, el entrar y
salir, el conocer el mundo en la medida en la que la persona tenga la
posibilidad.
"En
el nuevo contexto internacional se está dando un proceso interesante y es el
retorno de la emigración. Se habla, incluso, de la remesa a la inversa. En la
actualidad, muchos países emisores envían dinero a sus emigrantes para que
mantengan la red donde están asentados, para que en determinado momento vuelva
la circularidad. De manera que ese es el contexto global en el que Cuba
obviamente está incluida, y en el que hay que integrarse de una manera
inteligente, sin desdeñar lo político. Esto no quiere decir que debamos tener
una política migratoria abierta por completo, cuando sabemos que en Miami se
sigue apostando por revertir el orden, y de manera violenta. Entonces ese no es
el punto.
—La
máxima dirección del país, Raúl personalmente, ha dicho que los cubanos en las
últimas décadas migran por motivaciones muy diferentes a las de quienes se
fueron luego del triunfo de la Revolución. ¿Cuáles considera usted que son las
principales causas de la emigración cubana?
—Se
pudiera estudiar mucho más el tema. Te puedo hablar de lo que dentro de la
Universidad de La Habana, en los últimos 20 años hemos trabajado,
investigaciones de corte demográfico, sociológicas, politológicas, con
emigrantes que se dirigen hacia Estados Unidos, Europa y los que retornan.
También con el tema de los balseros.
"La
motivación es un componente de varios factores, es decir, cuando una persona
decide cambiar el camino, su escenario geográfico, lo hace por varias razones,
entre ellas el grado de información, las redes sociales, el nivel cultural, su
situación económica y social, además de la perentoriedad que tiene ante ese
contexto, si cree que puede resolver los problemas en un breve tiempo o no.
Todos estos componentes están presentes, y otros tantos, en el acto de la toma
decisiones de emigrar, y a su vez diferencian a este proceso del de antaño.
"Desde
1959 hasta finales de la década del '70, la emigración cubana tuvo un carácter
político muy fuerte y es lógico que así fuera, porque resultaron desplazados
del poder político y económico de este país.
"Ya
en los '80, en el Mariel, el elemento de búsqueda de espacios económicos,
laborales, sociales, el no compromiso con el proyecto revolucionario, tienen un
peso importante, pero diferente a como se expresaba con anterioridad. No puede
entenderse como contrarrevolución concreta, aunque después lo fuera
potencialmente en algunos casos.
"En
nuestras investigaciones, los encuestados han ponderado mucho la búsqueda de un
espacio laboral, que el salario, por ejemplo, satisfaga las necesidades, sin
embargo mantienen la aspiración de seguridad social, salud y educación
gratuitas, la tranquilidad ciudadana, porque son generaciones que han nacido o
se han socializado con la Revolución.
"Algo
que lo corrobora es la cantidad de cubanos que están viviendo fuera de Cuba y
visitan la Isla. Solo hay que ir a los aeropuertos donde arriban los vuelos
procedentes de Estados Unidos y de otras partes del mundo, y ver la cantidad de
cubanos que regresan. Al ver las cifras nos damos cuenta de que la
intransigencia política no es la misma y en algunos casos ni existe."
—¿En el
centro que usted dirige se ha estudiado el caso de los cubanos emigrados que cambian
de nacionalidad?
—Ese es
un asunto que normalmente el individuo lo cierra mucho. Hay varios países,
entre ellos Cuba, que no admiten la doble ciudadanía. Cuando un cubano vive
fuera, como norma, se le exige que entre como cubano, por tanto, desde ese
momento específico, no se está reconociendo otra ciudadanía.
"Sin
embargo, tampoco se aplica lo que está legislado en la Constitución, que en
este caso indica retirar la ciudadanía cubana porque el individuo adquirió
otra. El tema hoy de la doble ciudadanía va por dos caminos: por una parte la
vía que establece la letra jurídica y que la prohíbe, por muchas razones,
incluida la seguridad nacional; y el camino de la realidad, que impone un poco
de vista gorda."
—Por
último, qué podríamos esperar de la anunciada flexibilización de la política
migratoria. Se especula, por ejemplo, sobre la eliminación del permiso de
salida o Carta Blanca...
—Lo que
va a pasar no te lo puedo decir, porque no soy político. Las instituciones que
estudian la temática, en la Universidad de La Habana hay dos, una es el Centro
de Estudios de Migraciones Internacionales y la otra el Centro de Estudios
Demográficos, han presentado un grupo de consideraciones, en momentos oportunos
y por los canales establecidos, y se han tenido en cuenta. Sé que otras
instituciones también han aportado. Y esa certeza está fundamentada en las
palabras de Raúl cuando ha dicho que se está estudiando el tema y que se va a
atemperar y modernizar.
"Realmente
Cuba está en la capacidad, por la fortaleza del proyecto cubano, no obstante
los problemas económicos que tenemos, de introducir modificaciones sustanciales
en un grupo de restricciones que, de hecho, ya se han empezado a materializar.
"La
modificación del estatus de la propiedad de las viviendas y de los vehículos,
por ejemplo, tiene un impacto directo en las reglamentaciones de emigración.
Creo que hay otros cambios que pueden implementarse, que motiven a una
migración circular, una mayor temporalidad de la emigración, a un retorno
estudiado, pensado, porque el tema del retorno es complejo.
"Cuba
debe apostar por la circularidad y temporalidad de la persona, sin que ello
signifique una salida definitiva, para aprovechar las potencialidades de su
población joven, profesional, como lo hacen otros países y ese es el caso de
China y Viet Nam. Sin ser ingenuos políticamente, se puede pensar en esos
términos."